Extremadura, desarrollo hacia el subdesarrollo

Antonio Marcelo Vacas

Dentro de  muy poco  quienes compitan en el próximo evento electoral de mayo comenzarán a desgranar sus Programas electorales que incluirán proyectos económicos, supuestamente para sacar a Extremadura del pozo sin fondo donde se encuentra hundida.Que nadie espere encontrar medidas reales tendentes a cambiar, poco a poco, sin prisas pero sin pausas, la obsoleta, improductiva y nada competitiva estructura socioeconómica extremeña, que nada, o muy poco ha variado, desde los años sesenta del siglo pasado, a excepción de ciertas infraestructuras viarias, las menos transitadas del país.El primer factor que limita nuestro desarrollo es el demográfico y lo que del mismo se deriva en cuanto a demanda y producción, Extremadura prácticamente tiene los mismos habitantes actualmente, 1/1/2014 y según el Padrón Municipal 1.099.632 personas, que en 1982, de los cuales el 83% es mayor de 16 años.

Los mayores de 65 años hace tiempo superaron a los menores de 16 y también desde tiempo atrás el crecimiento vegetativo regional es negativo. Si a esto se une la emigración creciente ante la falta de oportunidades para trabajar en Extremadura, el futuro demográfico de nuestra región se presenta muy negro afectando de manera determinante a la economía regional.

Existen, siempre refiriéndonos a Extremadura, 424.980 hogares, habitados de media por 2,6 personas, siendo unipersonales el 23,2%, con dos personas el 29,4% y con tres personas el 21%. El 45,1 % de estos hogares que acogen al 35,1% de las personas no cuentan con ningún ocupado, en el 34,4% de los hogares extremeños, 37,3% de la población, hay un ocupado, y en el 18,8% de los hogares, 24,9% de la población hay dos ocupados.

En diciembre de 2014, Extremadura contaba con 217.974 pensionistas, y 364.129 afiliados a la Seguridad Social, cifra fiable esta última para contabilizar el número de ocupados. Trabajadores por cuenta ajena eran 285.235, y 78.894 trabajadores autónomos. El 30% de los asalariados (86.004) eran entonces funcionarios en Extremadura, de ellos 44.849 pertenecientes a la Administración Autonómica, por lo que productores en sentido estricto, esto es creadores de VAB, existen en la región 199.231 trabajadores.

El paro en Extremadura, según la EPA del tercer trimestre de 2014, afectaba al 27,64% de la población activa extremeña, 140.300 trabajadores, cifra sensiblemente suavizada por nuestra decadencia demográfica que afecta a la población activa, que a su vez perjudica gravemente nuestra capacidad de producir y de consumir. Los hogares extremeños son los últimos de España en gasto medio por hogar, y gasto medio por persona. Los salarios de los trabajadores extremeños son los más bajos del país y su precariedad la mayor, y las pensiones las más reducidas.

El PIB per cápita regional es el menor del país (15.026 euros frente a una media de 22.279 el año 2013, una desviación del 33%), y no crece al compás que Extremadura pierde población, lo que en condiciones normales sería una contradicción, pero no lo es por cuanto el PIB regional decrece desde el año 2010 (18.026.718 euros) a 2013 (17.023.018 euros),constituyendo un 1,6 % del PIB nacional, porcentaje en que se encuentra estancada nuestra producción desde 1983 por falta de productividad.

La población extremeña está netamente desequilibrada en cuanto a su localización, ya que se concentra en un 50% en 14 municipios, y el resto se dispersa en los 372 pueblos restantes, y junto a la población se concentra la producción y el consumo.

Los extremeños que trabajan, lo hacen en una de las 63.353 empresas existentes en Extremadura, gran parte improductivas, en el 53% de los casos sin asalariados, con uno o dos asalariados en el 31% de los casos, y con 3 a 5 asalariados, en el 9,3% de los centros de producción, por lo que el 93% de las empresas emplean a menos de 6 trabajadores. Pertenecen al sector servicios la mayoría de las empresas regionales, 49.677, al comercio 19.537 con casi 60.000 ocupados, a la hostelería 6.605, aportando el sector terciario un 63% del PIB, a la construcción 8.712 empresas, 10% de la producción regional y a la industria 4.964 que aporta en 13% del PIB gracias al subsector Energía y Agua.

Los gastos de personal incluidos en los Presupuestos regionales vienen suponiendo alrededor del 37% de los gastos totales, unos 1.800 millones de euros en 2014, los gastos corrientes constituyen el 80% de los presupuestados, y las inversiones reales el 7%, nutriéndose de transferencias externas el 80% de los ingresos incluidos en los presupuestos.

Confiar en que una política fiscal regresiva, singularmente, puede afectar al curso económico de una región de las características socioeconómicas como Extremadura, puede deberse a la ignorancia de quienes la promueven y publicitan como el bálsamo de Fierabrás o simplemente a su desesperación electoral. Tanto como ilusionarse con el llamado e hipotético plan Juncker, verdadero cuento de la lechera que pretende atraer a la inversión privada y cuya repercusión sería solo macroeconómica siendo más que dudoso su impacto en regiones como la extremeña

Este reducido conjunto de datos son suficientes para resaltar los principales problemas estructurales que padece Extremadura y que impiden nuestro desarrollo, una demanda débil ocasionada por la existencia de una población en retroceso, envejecida y empobrecida, una fuerza de trabajo escasa, poco cualificada , con baja productividad y mal retribuida. Un brutal desequilibrio en la ordenación del territorio, concentrándose en unos pocos términos municipales, la población, la demanda, la oferta y el trabajo comparativamente. Una producción estancada como consecuencia de existir un tejido microempresarial obsoleto y fragmentado, no competitivo y localizado fundamentalmente en servicios no ligados a la producción, y una carencia absoluta de industria competitiva. Una saturación de funcionarios no especializados y unos presupuestos que no cumplen una función inversora y por tanto transformadora.

Desde hace décadas se practica en Extremadura la fácil política de gastar parte del presupuesto en la concesión de subvenciones a lo establecido, especialmente desde el estallido de la burbuja inmobiliaria, a empresas, trabajadores, colectivos, instituciones, asociaciones, intentando incentivar de este modo tan básico como ficticio el voto, y subsidiariamente la demanda y la oferta, en lugar de crear renta y riqueza real, lo que ha supuesto un sistemático fracaso como acreditan nuestros cuarenta años de ser el furgón de cola en riqueza y renta por habitante, estar poblacional y productivamente estancados en el millón de habitantes, ser cada vez más viejos, y estar anclados en 1,6% de la producción nacional cada día de peor calidad.

Se inició la legislatura en 2011, legislatura que ha venido a demostrar que una cosa es predicar y otra dar trigo ya que ha constituido un completo fiasco en todos los ámbitos, con improvisados cánticos de sirena a la potenciación de la agroindustria, el turismo, y la hostelería, como ejemplos supuestamente tan  representativos como tópicos, de actividades que constituirían el modelo de crecimiento para Extremadura, algo que la evidencia prueba ha fracasado rotundamente, estamos peor que al pincipio como las cifras confirman. La promoción del emprendimiento de baja calidad y mínima dimensión se pretendía fuera un coadyuvante y solo ocasiona, en una Extremadura socioconómicamente regresiva, la aparición de unas pequeñas empresas y el cierre de otras. De reformas estructurales nada, y de potenciar cierto tipo de industria menos. Eso exige necesariamente planificación, y sacrificar el corto plazo en beneficio de plazos mayores.

Porque en Extremadura, políticamente se vive al día, y por desinterés y cuestión de votos coyunturales, se regalan peces en lugar de enseñar a pescar y se incide hasta la náusea en los lugares comunes socioeconómicos publicitados como novedades. Y al día, debido a esta forma política de actuar, viven cada vez un mayor número de extremeños, los que pueden y  van quedando en una región deprimida demográfica y económicamente que necesita imperiosamente cambiar.


 

 

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