EP/Ag
El juez José Castro que instruye el caso Urdangarin y el fiscal anticorrupción Pedro Hoorrach están siendo perseguidos, amenazados e intimidados desde hace algunos meses. La policía les ha avisado de que son víctimas de seguimientos continuados y de amenazas, actos que buscan apartar a ambos de la instrucción cuando aún está por resolver si se imputa o no por blanqueo de dinero a la infanta Cristina.Según la información publicada por el diario El Mundo, este martes se publicaban unas fotografías en las que aparecía el juez Castro junto con la abogada de la acusación Virginia López-Negrete, dejando caer que ambos mantienen una relación íntima. A Castro también le han pinchado las ruedas de su vehículo, le han colocado silicona en la cerradura de su casa y le han llenado la entrada de su vivienda de excrementos.
Este hostigamiento no se centra sólo en el juez que dirige el caso, también recibe presiones el fiscal anticorrupción Pedro Horrach a quien le llegaron dos cartas amenazantes contra él y su mujer. La campaña de presión contra el juez y el fiscal viene de atrás aunque es ahora cuando se ha intensificado coincidiendo recta final de la instrucción donde es posible la imputación por blanqueo de la infanta Cristina.
Primero se lanzó un bulo sobre la llegada del juez Castro a la carrera judicial en una clara maniobra de desprestigio. Después llegó la desimputación de la infanta en contra de la postura que defendía en privada la Sección Segunda de la Audiencia Provincial. Y por último, está la petición de traslado de toda la causa al TSJ de Valencia, algo que supondría arrebata la instrucción a Castro y posponerla indefinidamente.
Además, recientemente se ha publicado en la prensa una información en la que se intenta desacreditar el juez del caso Nóos acusándole de falta de imparcialidad por mantener una conversación con la abogada de la acusación particular Virginia López-Negrete en un bar de Palma de Mallorca. La información dejaba entrever que ambos intimaron durante una hora a pesar de que el encuentro fue una simple charla de 20 minutos en una cafetería.
Campaña de presión
La noticia fue acompañada de unas imágenes, probablemente tomadas con cámara oculta, que forman parte de una campaña de seguimiento al juez y al fiscal anticorrupción Pedro Horrach, según ha podido confirmar la policía. Ambos fueron advertidos de este hecho en el mes de julio y se les ofreció la posibilidad de ponerles vigilancia pero los dos la rechazaron porque no querían perder su intimidad.
Sin embargo, este hostigamiento va mucho más allá. El juez Castro se ha levantado una mañana con todas las cerraduras de su casa selladas con silicona, ha visto cómo le pinchaban las ruedas de su automóvil y ha tenido que limpiar la puerta de su casa inundada de excrementos. Por su parte el fiscal Horrach ha recibido dos cartas anónimas en las que tanto él como su mujer eran amenazados e intimidados. Según El Mundo, en la primera se podía leer "cuidado" y en la segunda aparecía una imagen de él y su mujer sobrevolados por unos cuernos.