Félix Barroso Gutiérrez
REMEMBRANZAS. Sabido es que ‘novem’ (nuevo) está ligado a la raíz indoeuropea ‘newn’. Parece que el término va evolucionando a través de todo un proceso lingüístico que no vamos a traer a esta página, pues hay otros foros más académicos y complejos donde se debaten estos temas, y estas líneas pretenden llegar a todo el mundo, no solo a la cúspide de la pirámide. El caso es que nuestro mes que agoniza tiene mucho que ver con el número 9. Dado por sentado que el origen etimológico de este mes hay que cimentarlo en el término latino ‘november-bris’ (léase ‘novembris’); o sea, ‘noveno mes’.
Alguien podrá corregirnos y advertirnos que estamos en el undécimo mes. Pero el antiguo calendario romano, basado en el cómputo lunar, allá por los tiempos de Rómulo (S. VIII antes de nuestra era), el año solo tenía 10 meses (304 días) y comenzaba a contabilizarse a partir de ‘Martius’ (marzo). El emperador romano Tiberio se negó en redondo a que el mes de noviembre llevara su nombre, tal como ocurrió con el séptimo mes, que de llamarse ‘Quintilis’ pasó a denominarse ‘Julio’, en honor de Julio César. Y el octavo, que antes era ‘Sextilis’, se convirtió en agosto, a fin de recordar la figura del primer emperador romano: Octavio Augusto.
Se nos muere el mes más fúnebre, triste y gris del año. Eso es lo que dicen, y bien creo que no es verdad. No, ni muchos menos. ¿Alguien ha contemplado una puesta de sol en este mes de las ánimas? Mis ojos se extasiaron ayer, como ocurrió otros muchos atardeceres y de ello damos fe en el poema que cierra esta crónica. Después de las aguas bien caídas de los días de atrás, ayer apareció un día de primavera. Valió mil veces más que toda la primavera pasada. ¿Acaso hubo primavera este año por estos surcos donde tantas veces penetró el viejo arado romano, que ahora es pasto de carcomas, arrumbado en cualquier telarañoso rincón? Antonio Machado Ruiz, el que se nos murió de pena el 22 de febrero de 1939 en el pueblo francés de Colliure, nos habla, en su poema ‘Camino’, de aquella ‘tibia tarde de noviembre, / tarde piadosa, cárdena y violeta’. Aún no presentía su muerte, como expresaría en una de las últimas entrevistas que le hicieron: ‘Yo sé que el exilio me matará porque no podría vivir fuera de mi pais’ (Laura Hojman: ‘Tierras solares’). Lo asesinó la tragedia de los fascistas y golpistas, como a tantos intelectuales, que vomitaron su odio sobre España un tórrido mes de julio de 1936. El asturiano Ramón de Campoamor y Campoosorio, huyendo de lo sombrío y lo plomizo, también supo encontrarle los colores a noviembre: ‘El campo a tres colores: / verde, ocre y grana (…) Mil hojas danzarinas / en ventolera…, / y puntual en su esquina, / la castañera’.
Hay que saberle coger las cosquillas a noviembre para que nos despliegue su hermosura, porque también la arruga es bella. De fiestas se nos llega cargado este mes que los judíos llaman ‘Ab’; los musulmanes, “Dhu ‘l – Qa’dah” y los indúes, ‘Magh’. El viejo refranero de por estas tierras ensalza sus fiestas: ‘Dichositu mes, c,ampieza pol Lus Santus, media con Santa Isabel y remata con San Andrés’. Preciso es significar que el Día de Todos los Santos, hasta no hace muchos años, fue un día festivo, cargado de antañones rituales, en los que participaban chicos y grandes. Pero la todopoderosa Iglesia de Roma, con sus dogmatismos y sus caprichos a cuestas, trasladó los ritos propios del Día de los Difuntos (2 de noviembre) al día 1 y esta fecha se convirtió en una peregrinación a los cementerios, donde los párrocos, como siempre hicieron, engrosaban y engrosan su bolsa con la retahíla de responsos. No es extraño que el pueblo, con su característica socarronería, adobara punzantes dichos: ‘Los muertus, anqui estén muertus, siguin engordandu al cregu (cura)’. O aquel otro: ‘Con las perras que saca el cregu de los responsus, compra pa la su matanza el cebón más gordu’.
Pero hay que reconocer, también, que este nuestro amado mes de noviembre, de un puñado de años a esta parte, está siendo abducido, en ciertos días, por acontecimientos que poco o nada tienen que ver con nuestras tradiciones. Nos referimos a ese ‘Halloween’ manipulado vorazmente por la sociedad de consumo capitalista, pues el ‘Halloween’ original, como fiesta irlandesa, entroncada en su cultura céltica, se parece como un huevo a una castaña al bodrio actual, al que se suman padres, madres, hijos y espíritus santos, para mayor engorde los grandes almacenes. Pican el cebo, claro está, los que han perdido el norte, andan desclasados, desarraigados y con su identidad tambaleándose. ¡Buena la hicieron los pobres emigrantes irlandeses al exportar sus arcaicos rituales de noviembre al emporio capitalista del ‘Tío Sam’! Lo mismo hay que decir del ‘Black Friday’, surgido en los propios Estados Unidos por los años 60 del siglo XX y celebrado el día siguiente al cuarto jueves del mes de noviembre; o sea, nada más pasar los que los yanquis bautizaron como el ‘Día de Acción de Gracias’. Negocio redondo para el mercado salvaje capitalista. A estas fechas de consumo descerebrado, a los que se apuntan la misma tropa del actual ‘Halloween’, también se la conoce como el ‘Viernes Negro’, aunque dure nueve días la hipocondría y neurosis consumista, ya que los números rojos en que puedan encontrarse las cuentas de los insaciables tiburones se convierten en tales días en números negros, merced al superávit en sus billeteras.
…………………………………………………………………………
REPASO AL ESTADO PANDÉMICO DE LA REGIÓN EXTREMEÑA
Dos fallecidos más en la última semana: una mujer de 81 años en Badajoz y otra de 82 años, en Berzocana. Hay siete personas ingresadas por ‘Covid’ en los hospitales extremeños, pero no hay ninguna en UCI. La incidencia acumulada a los 14 días en mayores de 60 años es de 137,08 caso por 100.000 habitantes. Nivel de riesgo: 0. La situación de la pandemia está controlada. Cuando no hay un solo hospitalizado en Extremadura por dicha infección coronavírica, pasaremos a cambiar el título de la columna.
RADIOGRAFÍA DE LA ACTUALIDAD SOCIOPOLÍTICA
Hoy, domingo, día 27 de noviembre, Pedro Sánchez Pérez-Castejón ya ostenta dos presidencias: la del Gobierno de España y la de la Internacional Socialista. En su discurso como recién nombrado presidente de dicha Internacional, ha hecho votos por ‘abrir el tiempo de la diplomacia’, añadiendo que ‘vamos a trabajar por el fin de la agresión de Putin a Ucrania y por el fin de todos los conflictos en el mundo’. La efervescencia y la fiebre que, como es lógico, le ha subido la autoestima, le ha llevado a lanzar las campanas al vuelo, vistiéndose el disfraz de pacifista. Pero hace una semana, con motivo de la 68 Asamblea Parlamentaria de la OTAN, celebrada en Madrid, ciudad esta que se ha convertido ya en toda una referencia de esa organización militarista, hizo un llamamiento a la unidad para presionar a Vladimir Putin y se ha jactado de que la OTAN haya dado ‘una respuesta proporcionada, inteligente y moderada’ a la guerra de Ucrania.
Sabido es que Pedro Sánchez es un consumado actor, tal como lo es Volodímir Oleksándrovich Zelenski, presidente de Ucrania. Sabe escenificar perfectamente los papeles del doctor Henry Jekyll y Edward Hyde, poniéndole una vela a Dios y otra al Diablo. Además, es un disciplinado discípulo de lo que mandan sus superiores: la UE, la OTAN y los EEUU de Norteamérica. Se sabe muy bien su guion, que es el que le transmiten desde Bruselas y la Casa Blanca para que, a su vez, lo haga llegar a los españoles a través de los medios que controla el Gobierno: “Ucrania es un país soberano, que por querer entrar en la Unión Europea y en la OTAN, ha sido invadido brutalmente por Rusia.
Los ucranianos están siendo aplastados y privados de su derecho a la existencia como país, reduciendo a escombros las instalaciones energéticas, condenando a los ciudadanos de Ucrania a pasar un terrible invierno, sin electricidad, calefacción ni agua corriente. Los rusos son unos genocidas, que perpetran matanzas por doquier y solo llevan la muerte y el terror a todas partes’. Todo ello tras la inconstitucional censura y cierre de los medios de comunicación rusos. Ese mensaje, perfectamente milimetrado por Occidente, se reviste de imágenes aterradoras, que hacen saltar las lágrimas a las masas que no reciben una información objetiva, como debería ocurrir en toda democracia que se precie. También deberían llorar por las otras víctimas, de las del otro lado y de todas las guerras que levantan los poderosos para que los ataúdes los ponga el pueblo, las clases trabajadoras.
Muchos nos gustaría que usted, señor Sánchez, o alguno de los suyos o de los confederados en su Gobierno, saliera en los medios públicos a decirle al pueblo español que, en el año 2014, se dio un golpe de Estado en Ucrania, que originaron revueltas populares que apoyaron potencias extranjeras, como es el caso de EEUU. Derrocaron al presidente Yanukovich, elegido democráticamente y que fue forzado a largarse de Ucrania, ocupando su vivienda y todas las instituciones estatales una junta de gobierno que, a ojos de muchos analistas políticos, era de ‘corte fascista’. Esta junta de gobierno, con el silencio cómplice de Europa, prohibió la lengua rusa, que era cooficial, y comenzó el asedio de la región rusoparlante del Donbás por el ejército ucraniano, cortándoles los suministros de agua, gas y electricidad a sus habitantes. La represión fue terrible en las regiones de Donestk y de Lugansk, donde los batallones naZis, incrustados dentro de las tropas ucranianas, cometieron auténticas masacres, llegando a quemar vivos a numerosas personas. Y todo porque el área geográfica del Donbás mantenía una estrecha vinculación con Rusia e incluso sus ciudadanos tenían pasaporte ruso.
Y díganles también, señor Sánchez y sus conmilitones, por qué la OTAN ha hecho caso omiso a las advertencias de Rusia para que no instalara misiles y armamento pesado e hiciera maniobras militares junto a sus fronteras, buscando claramente la provocación. La OTAN, como apuntan expertos en la materia, desde su fundación, se ha limitado a defender los intereses geoestratégicos de los EEUU, utilizando a los países europeos como títeres o conejillos de indias, apostando por el unilateralismo y no por el multiteralismo, como usted pregona, señor Sánchez, ante los socios de la Internacional Socialista.
Nosotros, los que nos consideramos ideológicamente libertarios, señor Sánchez y colegas, no vamos a justificar nunca ningún tipo de guerras. Ténganlo muy claro. Ni justificamos a Putin ni a Ucrania. No caemos en sectarismos, cinismos e hipocresías como hace ese espacio llamado eufemísticamente ‘Occidente’, que se vuelca en ayudas militares, logísticas, económicas y humanitarias, por valor de miles de millones, dependiendo del color de la piel de sus habitantes o justificándolas cínicamente bajo el paraguas de la defensa de los valores democráticos, cuando tenían que decir los intereses neoliberales y capitalistas. Dejen ya de mentir y de sembrar odio contra los rusos en toda es masa de españoles que solo se alimenta, día tras día, del bombardeo continuo que les transmite la caja tonta. La Historia pondrá a cada uno en su sitio. No se puede ir predicando con la cruz en una mano y la espada en la otra.
……………………………………………………………………………
Relajémonos buscando los versos de nuestros poetas. La poesía siempre será un arma de futuro, cargada con hojas de olivo y no con malditos proyectiles. Nuestro buen amigo Ismael Carmona García vuelve con otras estrofas de su poemario ‘Endofísica’. Un poema para leerlo con la tranquilidad que requiere toda reflexión, pues las honduras del pensamiento están reñidas con las prisas.
XIX
La razón que tó lo rigi es simpri i honda,
pero mos enpatarata pa entendé-la
un ergullu míseri i escuru. Lu, creyis
mas enos metrus que enas huerças,
mas ena sintassi que enas parabras
mas ena suspecha que ena certeza?
Ná que seya natural es malu, l
lo malu lo criamus mosotrus.
Ten presenteru que mos aginamus
por pelillerias a las que hazemus bosquis
quandu el ánimu vuela sin sostribu.
Respela la fusca sin enrabi i escuaja
da drentu el pensamientu que t’atija
a lo que no seya pendienti de ti.
Abaldona la lassitú de lo faci
—tamien tu te lo enventasti—
i agarra la feliciá anque venga
biscorneá i amargujei a lo primeru.
Que del coraçón no abarbi la mágua
ni el porqué mani de la tu boca:
aceta-la comu s’encaji, que la via
atorga en una luenga que no palramus.
23/04/2009
Como anunciábamos en la primera parte, al hablar de una preciosa puesta de sol en el mes de noviembre, traemos el poema, con más estrofas de lo acostumbrado, del que nos hace entrega el ‘Poeta de la Niebla’. De su poemario ‘Almanaque’.
HARAKIRI VESPERTINO EN NOVIEMBRE
En la gran sartén de la tarde,
arde el azúcar caramelo.
Es el cielo una sartén
que arde. Llamas caracoleadas
en la tarde de este noviembre
de ánimas benditas y dobles
de campanas. Y entre el gris
vespertino del pizarral,
borbollones de oro y miel
al poniente. ¡Cómo los churros
ascienden, vueltos caramelos,
hacia Dios Padre! Y yo, agnóstico,
veo, en el septentrión, quemarse
la sierra grande, de brezales
carachos en abril y, ahora,
cuando la tarde se abura,
la sangre entra en el verde mate.
En esa contraluz ardiente
que se degüella y el harakiri
se hace puñalada ritual,
flamean panojas pelirrojas
de niños que retoñan siempre,
por más que en su ecuador
estén las nieblas del otoño.
Se deslizan por toboganes
y se balancean en columpios
que nos enseñan, orgullosos,
sus moquetas con los cromáticos
cromos otoñales. ¡Oh, parque
nuevo del pueblo viejo! Grana
el atardecer. Y sin granas
los desnudos y sarmentosos
brazos de las acacias, donde
un pentagrama de pardales
pía, angustiado, al ver la inmensa
noche acercarse, con estrígidos
fantasmas que ululan histriónicos.
¡Qué atardecer con Hele a bordo,
piloto de alado carnero,
el de los vellones de oro!
Fuego en la esponja de mis tuétanos;
llamas que, en mis nervios,
derriten la mielina; brasas
abrasándome lo recóndito
de mis adentros… Ardiendo voy,
embalado entre retorcidos
lazos de repostero, de huevos
lustrados, horneados y flavos.
¡Pero qué atardecer, Dios Santo!
¡Quién fuera Elías, en el carro
de fuego y con ígneos caballos
desbocados! ¡Quién fuera Elías
para echar más leña al fuego!;
para ver si, así, la catárquica,
sideral, purpúrea… explosión
se producía y, ¡oh, albo horizonte!,
tentaba a Dios con mis manos.
¡Qué atardecer de atardeceres!
Yo, inmerso en él, me arroparía
con su oleaje de cinabrio,
y, mineral mímesis de él,
dentro de él me consumiría,
aunque mis apenados deudos,
mis Eliseos de rotas mantas,
derramasen las humedades
a puños llenos, torrenciales.
¡Qué daría yo por penetrar
en este sangrante polípero
de noviembre! ¡Qué daría yo…!